
No me atrevo a pedirte de
tus horas un segundo.
Un segundo casi donde tu
sonrisa,
Vuele fugaz a refugiarse
en mis ojos,
Donde tu mano alcance la mía
y recorran un mar juntas.
No me atrevo a decirte
que te amo,
Que solo tus besos son la
calma de mi sed,
Y tu presencia
el júbilo eterno del alma;
Que veo pasar horas
felices
En la noche de locuras;
Que solo concibes para mí.
No me atrevo a decirte
que te necesito,
Para no invadir tu
corazón de plegarias,
Para no inundarte con
símbolos de protección.
No me atrevo, para no
matar la ilusión,
Para no oír que no lo
deseas como yo
Para no aceptar la
mentira de amor.
No me atrevo a decirte te
amo,
Por si acaso tú no
tienes.
No me atrevo a pedirte de
tus horas un segundo.
Un segundo casi donde tu
sonrisa,
Vuele fugaz a refugiarse
en mis ojos,
Donde tu mano alcance la mía
y recorran un mar juntas.
No me atrevo a decirte
que te amo,
Que solo tus besos son la
calma de mi sed,
Y tu presencia
el júbilo eterno del alma;
Que veo pasar horas
felices
En la noche de locuras;
Que solo concibes para mí.
No me atrevo a decirte
que te necesito,
Para no invadir tu
corazón de plegarias,
Para no inundarte con
símbolos de protección.
No me atrevo, para no
matar la ilusión,
Para no oír que no lo
deseas como yo
Para no aceptar la
mentira de amor.
No me atrevo a decirte te
amo,
Por si acaso tú no
tienes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario